Los grandes bloques de piedra superpuestos de las construcciones de las pirámides de Egipto o en los monumentos de Grecia o Roma no hubieran sido posibles sin la utilización de aparatos que potenciaran el esfuerzo humano. Las poleas rudimentarias encontradas en las excavaciones de Egipto indican que los arquitectos e ingenieros de la época sabían perfectamente como potenciar la tracción o elevación de objetos pesados. Las poleas simples y compuestas se siguen utilizando aun en estos días en los establecimientos metalúrgicos para levantar motores o equipos manualmente y en otros casos las poleas de fuerza tienen el aporte de motores eléctricos que remplazan al esfuerzo humano.
La multiplicación de fuerzas originales aplicadas está en relación a la cantidad de poleas que participan como ejemplo podemos señalar que para levantar 100 kilogramos con una fuerza de tracción de 10 kilogramos son necesarias de 8 a 10 poleas en línea para lograr el objetivo de elevación con un mínimo de esfuerzo. Las poleas eran utilizadas en los barcos de la antigüedad para levantar pesados cajones o para elevar las velas.
La función de las poleas es la de potenciar la fuerza combinado distintos diámetros de giros y por medio de un conjunto de poleas en líneas relacionadas. Las poleas de madera por donde se deslizaban cuerdas fueron reemplazadas por otras más complejas de canales dentados por donde se desplazan cadenas como si fueran un engranaje. Otros sistemas de poleas son las que potencian o disminuyen el giro combinado discos de distintos tamaños en dos o varios circuitos combinados. Estas combinaciones múltiples se pueden ver en las poleas de los motores que conectan varios engranajes entre sí.
