Cuando una construcción es un cuadrado perfecto en todos sus lados, donde al ancho el largo y la atura parecen un cajón perfecto se suele decir que tiene tendencias de la escuela de Chicago. A fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX las nuevas técnicas de construcción aplicadas en grandes edificios y los denominados rascacielos de la ciudad de Chicago. El gran incendio de la ciudad en el año 1871 dejo gran parte de la ciudad destruida lo que dio el nacimiento de una escuela para que urbanísticamente proyectara la nueva ciudad que tenía que crecer de forma armónica y con el empleo de nuevas técnicas de construcción.
En la ciudad de Chicago se empezó a utilizar las grandes vigas de acero remachadas en caliente que agilizaba las construcciones de las grandes moles que aun hoy están en perfecto uso. Los primeros edificios de la nueva ciudad tenían entre 10 y 16 pisos de altura que para la época era todo un logro de la arquitectura y de la ingeniería. Junto con los grandes edificios de muchos pisos empezaron a aparecer los elevadores eléctricos.
El suelo arenoso y fangoso de la zona obligo a los ingenieros a realizar hormigonados especiales para soportar el peso de las estructuras y los arquitectos optaron por los grandes ventanales corredizos que le dieron a las fachadas una personalidad especial. Los únicos remates artísticos utilizados en los pisos superiores eran las columnas exteriores y los grandes ventanales denominados de medio punto con un semicírculo perfecto en la parte de arriba con vidrios repartido en forma de arco.