La técnica del concreto armado es una de las más utilizadas en todo tipo de construcciones por lo efectivo y solido de sus estructuras. La mayoría de las consolidaciones de concreto armado se efectúan por medio de un encofrado contenedor de los materiales vertidos donde según el tipo de columna, losa, viga o zapatas se confecciona un entramado de varillas de acero de distintos tamaños y circunferencia que serán el alma interna de la estructura.
Los cálculos del tipo de varilla de acero y el tamaño de las estructuras dependen del tipo del terreno donde se realizará la construcción, el tamaño y la altura del edificio a construir. El concreto a verter dentro de los encofrados previamente se verifica por medio del revenimiento para controlar que la mezcla este en las proporciones justa y la humedad del concreto sea la adecuada para no debilitar el fraguado. El exceso de agua –o escases– en las mezclas rompe con el equilibrio justo que necesita un concreto para que tenga un fraguado ideal.
Las proporciones de arena, piedra partida, cemento y agua tienen que ser la exacta para que el concreto se consolide de forma perfecta. Un concreto bien realizado con las varillas de acero correspondiente puede llegar a tener una duración de cientos de años sin perder sus cualidades y solidez. En la actualidad las paredes de edificios se realizan por medio de encofrados y concreto armado donde en su interior se instalan las cañerías de los servicios indispensables. Esta técnica economiza costos de mano de obra al reemplazar las paredes construidas con ladrillos colocados uno por uno con argamasa.