La arquitectura moderna es la austeridad de forma con una clara tendencia hacia el minimalismo que es un estilo que carece de elementos superfluos o innecesarios. Los adornos y agregados de los edificios de arquitectura de años pasados se fue perdiendo con el tiempo donde muchas veces se recurría a artesanos especialistas en ornamentaciones para decorar viviendas particulares o edificios públicos. Cada arquitecto o ingeniero tenía su sello o identificación por el tipo de ornamentación o decoración aplicada en los edificios construidos.
La arquitectura moderna tiene líneas rectas y curvas puras sin agregados u ornamentaciones innecesarias y la utilización de nuevos materiales también hacen su aporte fundamental. El granito o el mármol –muy utilizados en las antiguas construcciones– le dieron espacio a las planchas de metales, vidrios u otros compuestos de argamasa para los frentes de los edificios.
Los grandes ventanales para aprovechar la luz solar natural y la incorporación de calefacción y refrigeración de las nuevas construcciones permiten tener ambientes de alturas más bajas que los antiguos tradicionales donde los techos altos actuaban como reservorio de temperaturas cálidas en invierno y de fresco en verano. La arquitectura moderna es una combinación de practicidad, velocidad de elaboración y disminución de costos sin perder la elegancia y estética de todo el conjunto. En la actualidad las construcciones de formas clásicas-realizadas por expertos artesanos– con agregados ornamentales están reservadas para los edificios de cultos religiosos que mantienen sus tradiciones representadas en las formas clásicas de antaño dictadas por la religión que profesan y que las identifican.